En 1922 llegó a México donde conoció a Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros y en 1927 se incorporó al Partido Comunista de México.
Participó activamente en la campaña Manos fuera de Nicaragua en apoyo a la lucha de Augusto C. Sandino y ayudó a fundar el primer comité antifascista italiano.

Llegó a Alemania a mediados de 1930 y de allí viajó a la Unión Soviética, donde se reencontró con Vittorio Vidali, a quién había conocido en México.
Participó en la fundación del Socorro Rojo Internacional, organización de la que fue una de las máximas dirigentes, junto con Clara Zetkin y Elena Stasova.
En 1934 viajó a España, donde tras el golpe fascista de 1936, se incorporó al Quinto Regimiento y trabajó con las Brigadas Internacionales, con el nombre clandestino de María, hasta el fin de la guerra.
Su intervención en la defensa de Madrid fue heroica, combatiendo a en la sierra con las armas en la mano. Dejó escrito que al morir quisiera reposar bajo una roca de Galapagar, deuda que los españoles aún mantenemos hacia ella.
En 1939 regresó como asilada a México, donde continuó con su actividad política a través de la Alianza Antifascista Giuseppe Garibaldi. En 1940, el gobierno de Lázaro Cárdenas anuló su expulsión de 1930. Murió, de un ataque cardiaco, el 5 de enero de 1942.
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