Material copiado

Casi todo el material publicado en este blog, ha sido extraido de ANTORCHA órgano de comunicación del Partido Comunista de España (reconstituido). Otros que pertenecen a otras fuentes, son siempre bién señaladas.
Son trabajos con una estupenda elaboración y se trata de publicitarlos lo máximo posible en estos tiempos que corren.
Son imprescindibles.
No he podido pedir autorización para la publicación de los mismos, pero estoy seguro de que contaría con ella sin duda alguna.
Salud y República Popular.

domingo, 10 de junio de 2012

Guillermo Liebknecht (1826- 1900)

El fundador de la socialdemocracia alemana nació en Giessen de una familia de intelectuales y profesionales liberales. Quedó huérfano a una edad muy temprana, a pesar de lo cual pudo estudiar en el instituto y luego en las universidades de Giessen, Bonn y Marburgo, donde cursó estudios de filosofía, teología y filología.
Su tío era el pastor protestante Weidig, muy conocido por haber dirigido el movimiento revolucionario en el principado de Hesse durante los años treinta, cuando Liebknecht era un niño todavía. Partidario de la unificación de Alemania y de la libertad política, Weidig organizó una imprenta secreta desde donde se difundían proclamas, rodeándose de intelectuales revolucionarios, entre los cuales estaba Georges Büchner. Para arrastrar a la revolución a los campesinos de Hesse, creó un periódico de propaganda especialmente dirigido a ellos, que fue el primer intento de este tipo. Este periódico, impreso por Weidig en su imprenta clandestina, tuvo una existencia efímera. Sus organizadores fueron arrestados; Weidig fue encarcelado y torturado. Liebknetch quedó fuertemente impresionado por aquellos acontecimientos tan cercanos.
En aquella época Giessen era uno de los centros más activos en los que se movían los círculos republicanos y demócratas burgueses más avanzados y radicalizados. Con ellos se inició en el estudio de las obras de Saint-Simon y Fourier, con las que se inició en sus primeras lecturas sobre el comunismo.
Al estallar la revolución de 1848 viajó a París para unirse al poeta alemán George Herwegh que organizaba una fuerza republicana para invadir Alemania de la que también formaba parte Bakunin. Marx, que entonces estaba allí, trató de oponerse a aquella aventura y, aunque no está documentado, es posible que ambos se conocieran ya entonces. Herwegh no le hizo caso a Marx y siguió adelante con su estrambótico proyecto invasor, en el que Liebknecht no pudo participar a causa de una enfermedad. Pero una vez recuperado, en septiembre cruzó el Rin por la frontera suiza al mando de una milicia de voluntarios, proclamando la República en Baden. Le detuvieron y estuvo encarcelado durante ocho meses. Pero al ser llevado a juicio estalló una nueva insurrección y le absolvieron.
Mientras duró el gobierno revolucionario, fue un militante activo del partido más avanzado de la burguesía revolucionaria, pero al llegar las tropas prusianas, tuvo que escapar a Francia y luego a Ginebra, donde estuvo con Mazzini. Sin embargo, a diferencia de la mayor parte de los exiliados alemanes, él estaba ya bajo la influencia de las teorías del socialismo utópico. De ahí que, cuando conoció en Ginebra a otro refugiado alemán de las barricadas de 1848, sintonizara inmediatamente con él. Era Engels.
En Suiza durante un tiempo se ganó la vida como profesor. Pero en el verano de 1850 fue expulsado por el gobierno y tuvo que huir a Londres, donde vivió exiliado durante 13 años y conoció a Marx, con quien, a partir de entonces, estuvo indisolublemente vinculado, hasta el punto de que acudía a la casa de Marx a diario. También juntos iban a todas las reuniones y manifestaciones obreras. A causa de ello, muchos pensaron siempre que Liebknecht no era más que un ciego ejecutor material de las órdenes que emanaban de Marx y Engels. Por ejemplo, Bakunin imputa todas las decisiones de Liebknecht directamente a Marx, como luego todas las acciones del movimiento comunista internacional le fueron adjudicadas a Stalin. Todo esto dista mucho de ser verdad. Como dijo Marx en las primeras líneas de su 18 Brumario de Luis Bonaparte, los hombres hacen su propia historia y responden siempre de sus propias acciones, añadimos nosotros, tanto cuando siguen el criterio de otro como cuando se apartan de él. En la biografía de Liebknecht se pueden encontrar ambas cosas y en alguna ocasión Marx y Engels le calificaron de incorregible, buena prueba de que las divergencias fueron muchas más y mucho más importantes de lo que algunos quieren reconocer.
En Londres Liebknecht soportó grandes penalidades, pero se ganó el sustento enseñando y escribiendo como corresponsal del Augsburger Allgemeine Zeitung. La amnistía de 1861 le permitió regresar de nuevo a Alemania, y en 1862 aceptó un trabajo como redactor de la Gaceta General de Alemania del norte (Norddeutsche Allgemeine Zeitung). La situación entonces no era fácil porque muchos revolucionarios de 1848 trabajaban ahora para Bismarck. No tardó en descubrir que Brass, el director de aquel periódico, un antiguo exiliado, estaba vendido a Bismarck y que eso mismo intentaban con él. Mehring dejó el siguiente retrato de Liebknecht en aquella época, tan amarga para él:
Al pisar de nuevo tierra alemana, Liebknecht seguía siendo, en el fondo, el hombre del 48. Aquel hombre de la Nueva Gaceta del Rin, para quien la teoría socialista y hasta la lucha proletaria de clases quedaban todavía rezagadas ante la cruzada revolucionaria de la nación contra el régimen de las clases retrógradas. La teoría socialista, aunque penetrase bien en sus ideas fundamentales, no fue nunca, en lo que a la armazón especulativa se refiere, el fuerte de Liebknecht; lo que de Marx había adquirido, en los años del destierro, era la tendencia a escrutar los horizontes de la política internacional, acechando todo germen revolucionario. Ante estas perspectivas, Max y Engels, que como renanos natos que eran, despreciaban en demasía todo lo que viniese del Elba, el Estado prusiano no tenía gran importancia, y aún tenía menos para Liebknecht, que procedía del mediodía de Alemania y que sólo había tomado parte, como militante, en los movimientos de Baden y de Suiza, cunas de la política cantonal. Prusia seguía siendo, para él, como antes de marzo, un Estado vasallo del zarismo, un Estado que se alzaba frente al progreso histórico con los recursos abominables de la corrupción y que había que derribar antes de nada, pues sin eso no podía ni pensarse en las modernas luchas de clases, dentro de Alemania. Liebknecht no se daba cuenta de lo mucho que el proceso económico de los años 50 y siguientes había transformado el Estado prusiano, creando también dentro de él realidades nuevas que imponían como necesidad histórica el que la clase obrera se desglosase de la democracia burguesa.
A diferencia de los desencantados de 1848, Liebknecht no se sometió a los intentos de soborno de Bismarck; se separó de Brass y se dedicó a divulgar el marxismo entre los obreros. Se convirtió en los ojos y los brazos de Marx y Engels en el interior Alemania, lo que no resultaba nada fácil. Nadie fue más criticado ni con más dureza por ellos que Guillermo Liebknecht, quien, no obstante, supo mantenerse fiel, rectificando cuando lo creía justo y manteniendo su criterio cuando consideraba lo contrario.
En 1865 fue desterrado de Prusia y se instaló en Leipzig, centrando su actividad revolucionaria en Sajonia entre los sindicatos de trabajadores recién formados. Entonces fundó el Semanario Democrático (Demokratisches Wochenblatt).
En aquel momento la situación del movimiento obrero en Alemania estaba marcada por una serie de circunstancias decisivas:
— el proceso de unificación nacional
— la creación de la primera organización obrera por Lassalle
— la creación de la I Internacional
En cuanto a la unificación, existían entonces dos alternativas: la austriaca y la prusiana, que en 1866 entraron en guerra por este motivo. Como buen revolucionario de 1848 Liebknecht era antiprusiano, por lo que rechazó el militarismo y la unidad desde arriba. Provocada por Bismarck, Prusia salió victoriosa de la guerra contra Austria. Excluyendo a Austria de la Confederación Germana, Prusia se aseguró la hegemonía dentro del Imperio Alemán.
En la creación del partido obrero, Liebknecht chocó inmediatamente con los círculos lassalleanos, que se habían adelantado en 1863, creando la Unión General de Obreros Alemanes, que tenía 2.000 afiliados. A pesar de las divergencias, Liebknecht se incorporó también a ella. Pero Lassalle murió en 1864 y la situación se torno aún más confusa a causa de la actuación de la condesa Sofía von Hatzfeldt, que pretendía hacer del movimiento obrero alemán una pequeña camarilla: La amiga de Lassalle -escribió Mehring- ofendió gravemente, con esta conducta suya, la memoria del hombre que salvara su vida de la infamia. Quiso convertir la obra de Lassalle, su organización obrera, en una secta fanática en que las palabras del maestro se erigían en dogma, pero no tal y como él, en vida, las había pronunciado, sino como a la condesa le cumplía interpretarlas.
Fue Schweitzer, redactor de El Socialdemócrata, quien tomó las riendas de la organización, permitiendo a Liebknecht participar en el periódico. Pareció entonces que en Alemania se estaba produciendo una dualidad entre los internacionalistas que seguían a Marx y los nacionalistas lassalleanos. Las tesis lassalleanas así parecían confirmarlo, pero no es exacto. Schweitzer apoyó a la I Internacional si bien los lassalleanos siempre arrastraron una concepción nacional del partido, o quizá estatal, más centrado en los problemas internos que en los internacionales. Buena prueba de ello es que el movimiento obrero alemán nunca tuvo una gran incidencia en los asuntos de la Internacional. Cuando años después la Internacional se disolvió, eso acabó siendo una gran ventaja para el partido alemán y la explicación de su posterior fortaleza.
Además, mientras Lassalle era un prusiano, Marx y Engels, lo mismo que Liebknecht, eran antiprusianos y no veían con buenos ojos las críticas de los lassalleanos a la buguesía liberal, mientras velaban toda crítica al partido de Bismarck. Cuenta Bebel en sus memorias que hubiera sido preferible la victoria de Austria sobre Prusia en 1866 porque era un Estado más débil y, por tanto, un Estado contra el que hubiera sido más fácil luchar. Siempre sospecharon de lo que ellos consideraban como una alianza de los lassalleanos con la reacción: Lassalle estaba mucho más comprometido con Bismarck de lo que nosotros creíamos. Existía entre ellos una alianza formal, escribió Engels en una carta a Weydemeyer el 10 de marzo de 1866. Se produjo la ruptura.
Pero el grupo lassalleano no tardó en romperse, apareciendo en 1867 los eisenachianos, con los que Liebknecht comenzó a reunirse.
En 1867 Liebknecht participó en el Congreso de Basilea de la I Internacional, donde defendió el abstencionismo electoral, alineándose con Bakunin para sopresa de todos, incluido el propio Bakunin. En contra de la opinión de Marx y Engels, Liebknecht mantuvo esa postura durante un tiempo pero luego fue parlamentario en el Reichstag hasta su muerte en 1900. Durante muchos años también fue miembro de la dieta de Sajonia. También fue elegido diputado del Reichstag de la Confederación del norte. En contra de lo que Bakunin escribió, Liebknecht tenía muchos puntos de contacto con el revolucionario ruso que éste nunca fue capaz de comprender. Tenían un mismo origen ideológico, habían estado juntos en París en la aventura de Harwegh de 1848 y ambos eran también federalistas.
Tanto los marxistas como los lassalleanos eran partidarios de la unidad alemana y todos eran, además, partidarios de que se hiciera por la vía revolucionaria. Pero eso es lo que había fallado en 1848 y había que someterse a las nuevas condiciones. Sin embargo, Liebknecht y Bebel nunca aceptaron la Confederación del norte y la combatieron, mientras que Schweitzer y los lassalleanos se apoyaron en ella.
En 1869 los eisenachianos se fusionaron con el Partido del Pueblo Sajón que dirigía August Bebel y otros grupos obreros para fundar el Partido Obrero Socialdemócrata, del que Liebknecht fue nombrado presidente, cargo que ocupó ininterrumpidamente hasta su muerte. Su órgano central, Der Volksstaat, se publicó en Leipzig de 1869 a 1876. Aparecía dos veces por semana y, a partir de julio de 1873, tres veces por semana. Representaba el punto de vista del sector revolucionario del movimiento obrero alemán y, a causa de ello, estuvo sometido a una persecución constante por parte de la policía. Aunque los miembros de la redacción fueron sustituidos numerosas veces debido a la detención de los redactores, la dirección del periódico se mantuvo en manos de Liebknecht y Bebel. Como colaboradores de la publicación desde su fundación, Marx y Engels ayudaron a los redactores y corrigieron permanentemente la línea del periódico, quedando como uno de los mejores periódicos de la historia del movimiento obrero.
Desde entonces las biografías de Liebknecht y Bebel corren en paralelo. Pero se trataba de personalidades absolutamente dispares. Mientras Liebknecht era un intelectual muy influenciado por la vieja escuela revolucionaria burguesa, Bebel era un obrero autodidacta; mientras aquel era un hombre de talante negociador, insustituible en las relaciones externas, éste era un organizador inflexible; Liebknecht llegaba hasta donde llegaba el papel escrito, pero Bebel era el hombre de la palabra directa, del orden del día y de las interminables reuniones. La correspondencía demuestra que Engels tenía un trato más habitual con Bebel y que sólo un objetivo revolucionario común podía soldar a aquellos dos hombres tan dispres.
Se opuso en 1870 a la guerra franco-prusiana, a diferencia de los lassalleanos, que votaron en el Parlamento a favor de los creditos de guerra, mientras Liebknecht y Bebel se abstuvieron, en contra de la opinión de Marx y Engels.
La propia guerra contra Francia unió a los dos partidos obreros, los eisenachianos y los lassalleanos. Tras la batalla de Sedán (setiembre de 1870), cuando la guerra se convirtió en una rapiña por parte de los prusianos, ambos grupos cambiaron sus posturas previas, votando conjuntamente contra los créditos de guerra y la anexión de Alsacia y Lorena. Fue un auténtico choque, por el ambiente de nacionalismo exaltado que Bismarck había extendido en Alemania. En nombre de todo el grupo parlamentario, Bebel declaró además que eran miembros de la Internacional y, por si no fuera bastante, partidarios también de la Comuna de París. Junto con Bebel, Liebknecht fue condenado en 1872 por alta traición. Durante el juicio, los acusados aportaron el Manifiesto Comunista como documento anexo al expediente del tribunal, lo que dio a los socialdemócratas la primera oportunidad de publicarlo legalmente, con una gran tirada.
En 1871, durante las primeras elecciones al Reichstag, ambas facciones obtuvieron poco más de 100.000 votos, cifra que se triplicó en 1874, alcanzando en 1877 casi el medio millón.
En 1875 se unificaron en el Congreso de Gotha, un éxito personal de Liebknecht que entró en negociaciones con los lassalleanos a espaldas de Marx y Engels que, sin embargo, no eran contrarios a esa unificación, pero la consideraban precipitada. Además, fue el redactor del famoso programa, tan duramente criticado por los dos exiliados de Londres porque hacía concesiones muy importantes a las tesis lassalleanas. La denuncia fue tan contundente que no fue publicada, a pesar de ser uno de los análisis marxistas más importantes, hasta 1891, cuando el partido se disponía a sustituirlo por otro nuevo. Mientras la socialdemocracia alemana se convertía entonces en la organización proletaria más importante del mundo, sus fundamentos teóricos comenzaban a tambalearse.
Por insistencia de Liebknecht, en mayo de 1876 Engels empezó a trabajar en el Anti-Dühring, quizá la obra marxista más influyente de todos los tiempos, la fuente que formó a los militantes de todas las organizaciones políticas del proletariado. Hasta entonces se ignoraba el marxismo; no existía una exposición coherente y completa del mismo. Se divulgaba una amalgama de nociones de Lassalle y otros autores, como Rodbertus o el propio Dühring. La tarea de fundir el marxismo con el movimiento obrero fue una obra llevada a cabo específicamente por Engels a través del Partido Socialdemócrata alemán.
El éxito electoral del Partido Socialdemócrata condujo a Bismark a ilegalizarlo en 1878. Entonces Liebknecht declaró que era un partido reformista, lo que empujó a Marx a escribir: Están tan imbuidos del cretinismo parlamentario que se creen inmunes a la crítica (Carta a Sorge, 19 de septiembre de 1879). La frase hizo época pero la atención estaba puesta sobre los continuos éxitos electorales más que sobre las cuestiones programáticas e ideológicas. En 1887, aún ilegal, obtuvo 760.000 votos y en 1890 alcanzaron la fantástica cifra de casi un millón y medio. Lamentablemente la práctica no acompañaba una teoría marxista impecable sobre el papel.
Otra de las grandes tareas que Liebknecht desempeñó durante esos años fueron las relaciones internacionales del movimiento obrero, que condujeron a la creación de la II Internacional, aunque siempre fiel a aquel estilo conciliador que tanto detestaba Engels. En 1889 se reunieron separadamente en París dos movimientos distintos, los posibilistas y los marxistas, que Liebknecht trató de unir inútilmente. En el Congreso de los marxistas, considerado oficialmente como el fundador de la II Interacional, Liebknecht ostentó la presidencia, acompañado de Edouard Vaillant, y fue su principal impulsor. Dijo entonces que aquel momento era el más feliz de su vida. Aunque también estaba presente la hija de Marx, Eleanor Aveling, y sus dos yernos, Lafargue y Longuet, nadie como Liebknecht, que había formado parte de la I Internacional, representaba la continuidad del movimiento obrero internacional. Además, por su conocimiento de idiomas, hizo a la vez de intérprete junto con Eleanor Marx y Pablo Lafargue.
En 1881 le desterraron a Leipzig, teniendo que instalarse en una aldea vecina. Pero la represión bismarckiana había fracasado: el Partido fue legalizado de nuevo en 1890 y, al año siguiente, Liebknecht se convirtió en principal redactor del Vorwärts, trasladando su residencia a Berlín y escribiendo numerosos artículos y folletos en defensa del marxismo: sobre la revolución francesa, sobre el socialismo utópico de Robert Owen y muchos otros.
Aquel año se celebró el Congreso de Erfurt cuyo programa fue la más clara afirmación hasta la fecha de las tesis marxistas. Para entonces la influencia lassalleana se había desvanecido, aunque aún había muchos reformistas. En aquel momento Engels decidió publicar por vez primera la crítica de Marx al Programa de Gotha. Pero su propia crítica al Programa de Erfurt tampoco se publicó hasta 1901.
El comentario de Engels en general fue favorable en comparación con el Programa de Gotha. Apoyaba científicamente la proposición de la inevitable caída del capitalismo y de su substitución por el socialismo, y claramente mostró que el proletariado debía conquistar el poder político para llevar a cabo la transformación socialista de la sociedad. Al mismo tiempo, el Programa de Erfurt tiene serios errores, siendo la más importante la ausencia de la proposición de la dictadura del proletariado como el instrumento para la transformación socialista de la sociedad. La crítica de Engels es otro ejemplo de la lucha irreconciliable contra el oportunismo y a favor de la revolución. Por eso, el comentario más importante de Engels fue ignorado cuando se hizo el texto final del programa. La socialdemocracia alemana era un gigante con los pies de barro. Su fuerza era meramente cuantitativa; pero su programa tenía lagunas por todas partes.
Liebknecht tiene también sobre sus espaldas la responsabilidad en la manipulación de la introducción que escribió Engels para el libro La lucha de clases en Francia de Marx. El texto original tardó cuarenta años en ser publicado. Era una manera de justificar el parlamentarismo y el pacifismo de la socialdemocracia alemana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario